La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Medianoche desierta
No hay voces ni ruidos
Un alma en pena
Medianoche desierta
Leyenda de oscuras sombras que se acercan
Mi perro me alerta
Aullando misteriosamente
Junto a mi puerta
Medianoche desierta
Siento desesperadamente su presencia
Medianoche desierta
El hielo va corriendo por mis venas
Espiritu perdido
Se apodera de mi alma y hasta el infierno llega