La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Tus palabras son besos, para mí
Y tu nombre es ungüento para mí ser, Jesús, Jesús
No puedo resistirme a tu amor
Me seducen tus labios
Tuyo soy, Jesús, Jesús
¿Cómo no voy a amarte?
¿Cómo no enamorarme?
Si me besan tus labios y vivo de tu amor
Vivo de tus secretos, de la paz que en Ti encuentro
Tu gracia me atrae, corro a tu habitación
Si encontré un paraíso en tu mirar
Y mi mundo se termina
Tú lo vuelves a inventar
¿Cómo no voy a amarte?
¿Cómo no enamorarme?