La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Eres luz brillas en la oscuridad
Vences toda la maldad
Luz de mi vida eres tú Jesús
Eres luz, brillas por la eternidad
Nada te puede apagar
Luz de mi vida eres tú Jesús
Cristo eres tú la fuente de toda luz
Brillas tú en mí y hoy puedo decir
Oh, oh ¡Tú eres eterno!
Oh, oh ¡Grande y perfecto!
Oh, oh ¡Tú eres la luz!
Eres luz brillas en la oscuridad
Vences toda la maldad
Luz de mi vida eres tú Jesús
Eres luz, brillas por la eternidad
Nada te puede apagar
Luz de mi vida eres tú Jesús
Cristo eres tú la fuente de toda luz
Brillas tú en mí y hoy puedo decir
Cristo eres tú la fuente de toda luz
Brillas tú en mí y hoy puedo decir
Oh, oh ¡Tú eres eterno!
Oh, oh ¡Grande y perfecto!
Oh, oh ¡Tú eres la luz!
Cristo eres tú la fuente de toda luz
Brillas tú en mí y hoy puedo decir
Cristo eres tú la fuente de toda luz
Brillas tú en mí y hoy puedo decir
Oh, oh ¡Tú eres eterno!
Oh, oh ¡Grande y perfecto!
Oh, oh ¡Tú eres la luz!
Oh, oh ¡Tú eres eterno!
Oh, oh ¡Grande y perfecto!
Oh, oh ¡Tú eres la luz!