La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Las horas pasan,
Los tiempos cambian,
El fin no lejos está bien,
Si miro al cielo,
Que dejo de hacerlo,
El mundo está al revés.
Somos un imperio,
Somos ése pueblo,
Que aun añora hoy,
Somos enemigos,
Somos competencia,
Y la gente muere sin él.
Tan lejos tan cerca yo estaré,
Hoy llamo tu nombre mañana no sé,
Yo quiero amarte no hay que comer,
Mañana es tarde, no hay tiempo en él,
Tan lejos tan cerca yo estaré,
Estando muy cerca yo lo sabré,
Junto al maestro me siento bien,
Tan lejos tan cerca donde estaré.
Tocamos otra vez constantemente Do sostenido menor.
Para él no hay hora,
Para él no hay tiempo,
Vino nuevo viejo está bien,
Mi Dios en el cielo,
Mi Dios en esta tierra,
Hay un mundo que poseer.
Somos ése pueblo
Hijos de un padre,
Junto lograremos vencer,
Dame tu la mano,
Toma tu la mía,
Tu y yo somos vida en él.
Tan lejos tan cerca yo estaré,
Hoy llamo tu nombre mañana no sé,
Yo quiero amarte no hay que comer,
Mañana es tarde, no hay tiempo en él,
Tan lejos tan cerca yo estaré,
Estando muy cerca yo lo sabré,
Junto al maestro me siento bien,
Tan lejos tan cerca donde estaré.
Coro:
Tan lejos tan cerca yo estaré,
Hoy llamo tu nombre mañana no sé,
Yo quiero amarte no hay que comer,
Mañana es tarde, no hay tiempo en él,
Tan lejos tan cerca yo estaré,
Estando muy cerca yo lo sabré,
Junto al maestro me siento bien,
Tan lejos tan cerca donde estaré.