La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
A pesar de mi, cada mañana es un regalo
A pesar de mi, siempre seré tu hijo amado
A pesar de mi, de mis desastres y pecados
Te dignaste a morir en una cruz y ahora soy salvo
A pesar de mi, estaba muerto y ahora vivo
A pesar de mi, eres mi padre adoptivo
A pesar de mi, de mis acciones y motivos
No me escaparé de ti
Adonde voy, tú estás conmigo
A pesar de mí, a pesar de mí
Y tu no has juzgado, mi pasado ni mi futuro
Y yo tengo paz, pues en tus manos estoy seguro
A pesar de mi, a pesar de mí
A pesar de mi, yo cumpliré con mi llamado
A pesar de mi, me mantendré siempre a tu lado
A pesar de mi, de mis torpezas y descaros
Yo no tengo a donde ir, pues tu perdón me ha transformado
Y tu no has juzgado, mi pasado ni mi futuro
Y yo tengo paz, pues en tus manos estoy seguro
A pesar de mi, a pesar de mí
¿Quién nos separará?
Ni espadas, ni maldad
Ni desnudez, en medio del invierno.
Aunque de casa huí, yo adoptado fui.
Solo tu amor no cambia, es eterno.
Y tu no has juzgado, mi pasado ni mi futuro
Y yo tengo paz, pues en tus manos estoy seguro
A pesar de mi, a pesar de mí
A pesar de mi, cada mañana es un regalo
A pesar de mi, siempre seré tu hijo amado