La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Mira, mira,
Como brilla la telaraña en el sol
De la madrugada.
Las gotitas de agua
Así como cristales maravillosas.
Así, así,
Pasa el tiempo
Baja el sol al sur y va
De noche.
Cielo lleno de estrellas
Con la luna luminosa.
Sale, sale,
La arañita,
Chiquitita pero venenosa.
Con sus besos de dolor
Que si te atrapan matan su amor.
Sigue así
Con sus ocho patitas
Que te enredan en sus telitas.
Unos besos de dolor
Si que así es el amor.