La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Alabado seas mi Señor, por tu creación
Alabado seas mi Señor, por toda tu creación
Por la hermana madre tierra, la cual nos sustenta, dándonos frutos y flor
Por quienes son instrumentos y deben cuidarla por ser la casa común
Por los reptiles, los hongos, las algas e insectos, trabajando en comunión
con tantos microorganismos, que dan equilibrio a toda la creación.
Alábenlo sol y luna, estrellas lucientes, porque es eterno su amor
Alábenlo tierra y cielo, montañas y vientos, porque es eterno su amor
Alábenlo grandes peces, granizos y nieves, porque es eterno su amor
Bosques, fieras y ganado, animales alados, porque es eterno su amor
Por la humilde hermana agua y el hermano fuego, que nos da luz y calor
Por todas las criaturas que cantando buscan la luz de su Creador.
Te pedimos que vivamos todos hermanados en esta casa común
Que nadie quede apartado de tu gran regalo, oh, providente Señor
(Gracias a Ariel por esta letra)