La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Tú reinarás, este es el grito
Que ardiente exhala nuestra fe
Tú reinarás, oh Rey Bendito
Pues tú dijiste ¡Reinaré!
Reine Jesús por siempre
Reine su corazón
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación
Tu reinarás, dulce esperanza
Que al alma llena de placer
Habrá por fin paz y bonanza
Felicidad habrá doquier
Tu reinaras, dichosa Era
Dichoso pueblo con tal Rey
Será tu cruz nuesta bandera
Y tu Evangelio nuestra Ley
Tu reinarás en este suelo
Te prometemos nuestro amor
Oh buen Jesús, danos consuelo
En este valle de dolor
Tú reinarás, Reina y ahora
En esta casa y población
Ten compasión del que implora
Y acude a ti en la aflicción
Tú reinarás toda la vida
Trabajaremos con gran fe
En realizar y ver cumplida
La gran promesa: ¡Reinaré!