La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Tú que fuiste para mí
La mejor de las mujeres
Era porque no sabía
Que eras de la vida alegre
Aunque te vista de monja
Y te cubras por entera
En tu rostro se te ve
Que eres una chancletera
Por tranquila que parezcas
Ya tú a mí no me engañas
Porque yo a ti te comparo
Como un rio de piraña
Aunque te vista de monja
Y te cubras por entera
En tu rostro se te ve
Que eres una chancletera
Por tranquila que parezcas
Ya tú a mí no me engañas
Porque yo a ti te comparo
Como un rio de piraña
Sola sola quedarás
Aunque tenga tus encantos
Como ya lo dice el dicho
Jamona y pa’ vestir santo