La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Calles donde mi lindo barrio se alzó,
calles que guardan mis recuerdos de ayer;
vuelvo lo mismo que una alondra,
trayendo en mis canciones
los ecos de las frondas.
Quiero que no olvides que traje al volver,
toda la dicha que me hicieras gozar.
Por eso al llegar,
quisiera dejar
la dicha de mi cantar.
Vuelvo al pie de tu ventana
para evocar las mañanas
en que feliz me sentía,
cuando un cantor melodioso
interrumpía el reposo
de la mujer que quería.
Hoy, que rondo por tus calles
quiero llenarme de amores
bajo el raudal de esplendores
Que te han hecho deslumbrar.
Barrio que nunca te he podido olvidar
aunque mi ausencia mucho tiempo duró.
Barrio, rincón de mi alegría,
vengo a buscar la gloria
de mis lejanos días.
Quiero que sepas que no puedo vivir
lejos de tus calles cubiertas de sol
porque el esplendor
que siempre hay en ti,
hace revivir mi amor.