La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
No descansa, el diablo no duerme
Está intentando intimidarte para que te sueltes
Pero aquella zarza no deja de arder
Agazapado, espera el momento
Entre tinieblas, rugiendo fuerte
Pero aquella zarza no deja de arder
Ten confianza, que el ángel del señor ha hecho un cerco a tu alrededor
Que el diablo no puede, por más que lo intente, no puede tocarte
Has sido comprado ha precio de sangre
Por el rey que vive, cordero inmolado, el Dios de Israel
Es verdad lo que dicen, que para nada sirvo
Si muchas metas me he trazado y nunca he llegado
Pero aquella zarza no deja de arder
Ten confianza, que el ángel del señor ha hecho un cerco a tu alrededor
Que el diablo no puede, por más que lo intente, no puede tocarte
Has sido comprado ha precio de sangre
Por el rey que vive, cordero inmolado, el Dios de Israel