La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
El Es Una Máquina Espejos Muertos
Clavas espinas en el sol
Y fuego lloverá,
Corto mis cables hoy,
No quiero hablar…
Soy una máquina… soy una máquina…
No quiero hablar.
Aflojo mis tornillos hoy,
Me quedan pocos ya…
Monóxido carbónico!!!
Aspiro ya…
Soy una máquina… soy una máquina…
No quiero hablar.
Amo el suicidio del ayer…
¡matar a todos hoy!
Soy una máquina… soy una máquina…
No quiero hablar.