La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
A ti que me diste tu vida, tu amor y tu espacio
A ti que cargaste en tu vientre dolor y cansancio
A ti que peleaste con uñas y dientes
Valiente en tu casa y en cualquier lugar
A ti rosa fresca de abril
A ti mi fiel querubín
A ti te dedico mis versos mis ser mis victorias
A ti mis respetos señora, señora, señora
A ti mi guerrera invencible
A ti luchadora incansable
A ti mi amiga constante
De todas las horas
Tú nombre es un nombre común
Como las margaritas
Siempre en mi poca presencia
Constante en mi mente
Y para no hacer tanto alarde
Esta mujer de quien hablo
Es linda mi amiga gaviota
Su nombre es ¡Mi madre!
A ti que me diste tu vida, tu amor y tu espacio
A ti que cargaste en tu vientre dolor y cansancio
A ti que peleaste con uñas y dientes
Valiente en tu casa en cualquier lugar
A ti rosa fresca de abril
A ti mi fiel querubín
A ti te dedico mis versos, mi ser, mis victorias
A ti mis respetos señora, señora, señora
Y para no hacer tanto alarde
Esta mujer de quien hablo
Es linda mi amiga gaviota
Su nombre es Mi madre