La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
¡pasajeros a nairobi,
El embarque en puerta uno!
Lucas fue al restaurante,
Al oír ese aviso,
Una joven europea se levanta
Y va al vestíbulo,
No es turista, él lo sabe,
La vigila, es muy listo,
En la calle aprendes muchas cosas,
A mí, nadie me enseñó,
“abre bien los ojos”,
Ese es mi lema, y mi “religión”,
Lucas se acerca al bar,
Quiere estar seguro,
Se hace el interesado,
En lo que cuenta la cajera,
Para enterarse de otras cosas “de importancia”,
Pero “pega hebra”, y le larga su experiencia,
En la calle aprendes muchas cosas,
A mí, nadie me enseñó,
“abre bien los ojos”,
Ese es mi lema, y mi “religión”,
En la calle aprendes muchas cosas,
A mí, nadie me enseñó,
“abre bien los ojos”,
Ese es mi lema, y mi “religión”,
Entretanto, la europea ya no está a la vista,
Lucas va hacia la puerta uno,
El alma en la garganta,
Se tropieza con un gato,
Tira a un niño y lo piiisa,
¡no, señora, no me chille,
Sea buena ciudadana!
En la calle aprendes muchas cosas,
A mí, nadie me enseñó,
“abre bien los ojos”,
Ese es mi lema, y mi “religión”.