La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Culpar a la inocencia se ordenó
La libertad llevamos a prisión
Un salvavidas ahogado en el mar
Hemos herido a la sanidad
Ojos que no pudieron ver
Mentes incapaces de entender
Aunque nos ardía la piel y el corazón
Cuando oíamos su voz
Quebranto y dolor, historia de la contradicción
Un juicio final propone a la vida asesinar
Negar y dejar a la compañía en soledad
Mentir y entregar por unas monedas nuestra paz
Llenos de odio contra el amor
Hemos guardado rencor al perdón
Limitaciones a la eternidad
Robándole a la generosidad
Unos pocos vimos la luz
Decidimos cargar la cruz
Alumbrando la oscuridad
Luchar sin cesar con la espada de la verdad