La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Ayer entre el miedo y el amor sin fin
Te escondiste entre mis sabanas
Y que harías tu sin mi!
Tan solo se oía tu voz diciendo
Que no querías ver más lágrimas
Y que no me alejara de ti.
Fuimos todo y no fuimos nada
Dos esclavos en la madrugada
Y un segundo nos separó
Y un segundo nos separó
Y un segundo nos separó
Perdimos la razón sin duda y volvimos
Volvimos a ser dos estatuas
De hielo y carmín
Y al final solo quedaron dos vidas
Fundidas en una mirada
Antes de partir
Fuimos todo y no fuimos nada
Dos extraños en la madrugada
Y un segundo nos separó
Y un segundo nos separó
Y un segundo nos separó
Y un segundo nos separó
Y un segundo nos separó
Y un segundo nos separó
Todo un mundo!
Fuimos todo y no fuimos nada
Extranjeros en la madrugada
Y un segundo nos separó
Y un segundo nos separó
Y un segundo nos separó
Todo un mundo nos separó...