La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Yo recuerdo bien tu amor de ayer;
tu anhelo era estar conmigo.
Hoy creyendo estás en la falsedad
de pensar que has ido hasta muy lejos...
No desfallezcas, hijo mío te espero con mi perdón...
Coro
Regresa a mí, regresa a mí,
espero por el día en que regreses a mí,
regresa a mí, te amo aún...
Tu me retas mas te ocultas, si;
dejaste nuestro pacto por otra elección...
Mientras corres; ¡yo sigo amándote!
no reconoces bien aún mi voz...
yo seguiré llamando, llamando,
hasta que me oigas decir:
Coro
Regresa a mí, regresa a mí,
espero por el día en que regreses a mí,
regresa a mí, te amo aún...
Regresa a mí, regresa a mí,
espero por el día en que tu vuelvas a mí,
regresa, regresa, ven... ¡Ven a mí!
Puente
Mi voz fue tan familiar para ti,
no la dejes desvanecer...
Coro
Regresa a mí, regresa a mí,
espero por el día en que regreses a mí,
regresa a mí, te amo aún... (X2)