La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! Señor Omnipotente,
Siempre el labio mío loores te dará;
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! Te adoro reverente,
Dios en tres personas,Bendita trinidad.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! En numeroso coro,
Santos escogidos te adoran con fervor;
De alegrías llenos,y sus coronas de oro,
Rinden ante el trono glorioso del Señor.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! La inmensa muchedumbre
de ángeles que cumplen tu santa voluntad:
Anta ti se postra bañada con toda su lumbre:
Ante ti que has sido,que eres y serás.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! La gloria de tu nombre
Vemos en tus obras en el cielo tierra y mar;
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! La humanidad te honre,
Dios en tres personas,bendita trinidad