La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Su redil Él dejó
Para buscarme allí
Donde yo me habia perdido
Noventa y nueve Él dejó
Para encontrarme a mí
Hundido en el abismo.
Pudo haberme dejado
Allí a morir
En aquel terrible lugar.
El buen pastor (el buen pastor)
A su redil me llevó.
U-uuh... uu-uuuh...
Tú podías notar
En mi rostro al llorar
Que perdí toda la esperanza
De volver al redil
De donde yo salí.
Al verme yo descarriado
Él su mano extendió
Y Él mis ojos miró,
Y el temor de mi vida se fue.
El buen pastor (el buen pastor)
A su redil me llevó.
No, Él nunca me dejó solo,
Él me dio la oportunidad
De empezar otra vez.
Él me llevó a sus pastos
Más verdes a comer
Y allí Él me enseñó
La puerta abierta.
Y en sus ojos miré
Aquel retrato de amor,
El amor por una oveja perdida.
Allí Él me tomó
Y a mi vida Él habló,
El pastor su redil Él dejó.
Allí Él me abrazó
Y Él me consoló,
El pastor su redil Él dejó,
El pastor su redil Él dejó.