La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Para el Rey que dió todo por mi
Y crucificado fue por ti,
Derramo su sangre en la cruz,
Y entrego todo allí.
Para el Rey sea toda potestad,
En el cielo, la tierra y todo lugar,
Sea dada a Él por la eternidad,
Por siempre reinará.
Solo a ti mi Rey yo alabaré,
Solo a ti mi Rey exaltaré,
Al cordero que inmolado fue,
Ante ti mi Rey…… yo me postraré.
Para el Rey sea toda autoridad
En el cielo, la tierra y todo lugar,
Solo a Él le doy mi lealtad
Me rindo a sus pies.