La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Una por una las conté
Fueron diez lágrimas
Diez lágrimas que derramé
Por ti
Cuando supe que te ibas
De mi vida
Y dejabas sangrando
Mi pobre alma herida
Una por una yo trate
Que no brotara
Pero fue tan grande mi dolor
Que no pude más
Por cada una
Tendrás un ano de soledad
Que serán diez anos que pasaras
Sin mi amor