La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Hay una cosa que te quiero decir
Que es importante al menos para mí
Toda la noche estuve sin dormir
Porque una frase de tu boca quiero escuchar
Aaaaaah, dime que me quieres
Aaaaaah, dime que me quieres
Ahora estoy triste y necesito saber
Si tu me quieres de verdad, como ayer
Aunque parezca tonto voy a pedirte
Que me lo repitas una vez y otra vez
Aaaaah, dime que me quieres
Aaaaah, dime que me quieres
Me costó mucho y al final decidí
Ir a tu casa y ahora estoy frente a ti,
Quiero escucharlo y no me importa rogarte
Por favor no juegues con mi corazón
Hay una cosa que te quiero decir
Que es importante al menos para mí
Son dos palabras para hacerme feliz,
Oh dímelo al oído una vez y otra vez
Aaaaah, dime que me quieres
Aaaaah, dime que me quieres
Dime que me quieres
Oh, ah, dime nena, dime nena,
Oh, ah, dime, dime, dime dime...
Aaaaah, dime que me quieres
Aaaaah, dime que me quieres
Aaaaah, dime que me quieres