La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Te perdí
Fue mi inmadurez
Llevo cuatro noches sin dormir
Hasta el día más soleado
A mí me luce gris
Me haces tanta falta amor
Fui un tonto porque te perdí
Recuerdo caminando
Juntos de la mano
Y ese sueño se aleja más
Y te necesito, para continuar
Contigo todo es color
Fui un tonto porque te perdí
Te necesito, para respirar
Te necesito, vuelve junto a mi
Te necesito, porque sin ti mi amor
Ya no puedo vivir más
Te necesito, para respirar
Te necesito, vuelve junto a mi
Te necesito, porque sin ti mi amor
Ya no puedo vivir más
Te necesito porque sin ti mi amor
Ya no puedo vivir más