La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Estrofa I:
Perdida andaba yo, errante por el mundo
Inundada en el vacío, que el pecado me brindó.
Como una oveja descarriada, sin saber por donde iba
Sin detenerme a contemplar, la maldad que me atrapaba…
Coro:
PASTOR DE MI CORAZÓN, con voz fuerte me llamabas
Cuesta arriba, cuesta abajo, no cansabas en buscarme.
Y allí, enredada en los espinos, en el lodo cenagoso del valle de sombras,
Me encontraste, me libraste, me limpiaste y me amaste.
Estrofa II:
Mis heridas sanas TÚ, con tu amor y tu ternura
A pesar de las ofensas, que en mi vida pueda haber.
Con tu amor TÚ me perdonas, con tu sangre hoy me limpias
Y es tu gracia que me cubre, y me hace nueva hoy…
Coro
Puente:
En momentos de oscuridad, al tropezar en los escombros de mi vida
Fue cuando el BUEN PASTOR su vida dio por mi,
Extendió su mano y me hizo vivir…
Coro