La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Voy a ser breve
Con esta canción que escribí
No hay una noche que al dormir
Sueñe tú rostro
Te hice daño
Pase encima de tu amor
Partiendo en dos tú corazón
Sé que fui malo
Pero yo ya no puedo
Con esta pena
Que me está matando
Ya no hay forma de pedir perdón
Solo queda la resignación
No, no hay una noche
Que no sueñe
Con tus besos y tu cuerpo
Cuando nos amábamos sin condición
No, no hay minuto
Que no piense
En tus brazos dando abrigo
Cuando me sentía solo y sin amor
Ahí estabas tú, mi amor
Te extraño tanto
Tu compañía y tu bondad
Me hacia sentir, tan especial
Eras mi todo
Pero yo ya no puedo
Con esta pena
Que me está matando
Ya no hay forma de pedir perdón
Solo queda la resignación
No, no hay noche
Que no sueñe
Con tus besos y tu cuerpo
Cuando nos amábamos sin condición
No, no hay minuto
Que no piense
En tus brazos dando abrigo
Cuando me sentía solo y sin amor
Ahí estabas tú, mi amor
Ahí estabas tú, mi amor