La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Aunque ande por el mar y tenga mucho que temer
Mi barca está segura aunque durmiendo adentro estés
La tempestad vendrá, pero no ahogará mi fe
Cuando más débil soy, aún más fuerte cantaré
Que todo lo que ocurre bajo el sol lo puedes ver
Y toda mi ansiedad desaparece ante tus pies
Yo puedo descansar, porque cuidas de mi ser
Despierto y puedo ver que te quedaste otra vez
Si el mundo está en tus manos, ya no temeré
Ya no temeré (y en ti confiaré)
Si aún cuidas de las aves, yo confiaré
En ti confiaré
Y te proclamarán
Aquellos que han caído y hoy de pie están
Los que tenían miedo y hoy son fuertes
Los que aún sin verte, te encontraron
Y los llevaste de la mano hasta tu reino
Te busqué primero, y hoy todo tengo
Porque me añades cada día tus bondades
¿Cómo no alabarte cuando sé
Que te quedaste a mi lado otra vez?
Si el mundo está en tus manos, ya no temeré
Ya no temeré (y en ti confiaré)
Si aún cuidas de las aves, yo confiaré
En ti confiaré
Si el mundo está en tus manos, ya no temeré
Ya no temeré
Si aún cuidas de las aves, yo confiaré
En ti confiaré
Aunque ande por el mar y tenga mucho que temer
Mi barca está segura aunque durmiendo adentro estés
Yo puedo descansar, porque cuidas de mi ser
Despierto y puedo ver que te quedaste otra vez