La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Estaba la reina batata
Sentada en un plato de plata,
El cocinero la miró
Y la reina se abatató
La reina temblaba de miedo,
El cocinero con el dedo,
Que no que sí, que sí que no
De malhumor la amenazó
Pensaba la reina batata:
"Ahora me pincha y me mata"
Y el cocinero murmuró:
"Con ésta sí me quedo yo"
La reina vio por el rabillo
Que estaba afilando el cuchillo
Y tanto tanto se asustó
Que rodó al suelo y se escondió
Entonces llegó de la plaza
La nena menor de la casa,
Cuando buscaba su yoyó
En un rincón la descubrió
La nena en un trono de lata
La puso a la reina batata
Colita verde le brotó
(A la reina batata, a la nena, no)
Y esta canción se terminó