La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Perdóname señor
Si te he ofendido
Perdóname señor
Si te he olvidado
Perdona señor
Si como Pedro te he negado
Perdóname señor
Oh, perdóname
Ven y cambia todo mi interior
Transforma todo el corazón
Te entrego mi vida
Otra vez
Ven y cambia todo mi interior
Transforma todo el corazón
Te entrego mi vida
Otra vez
Perdóname, oh, perdóname
Oh Jesús, con tu sangre limpiame
Y perdóname, oh, perdóname
Oh, Jesús con tu sangre limpiame
Perdóname señor
Si te he ofendido
Perdóname señor
Si te he olvidado
Perdona señor
Si como Pedro te he negado
Perdóname señor
Oh, perdóname
Ven y cambia todo mi interior
Transforma todo el corazón
Te entrego mi vida
Otra vez
Ven y cambia todo mi interior
Transforma todo el corazón
Te entrego mi vida
Otra vez
Perdóname, oh, perdóname
Oh Jesús, con tu sangre limpiame
Y perdóname, oh, perdóname
Oh, Jesús con tu sangre limpiame
Oh, me humillo ante ti Señor
Recíbeme en tu altar otra vez
Cumple tu propósito en mi
Y perdóname, oh, perdóname
Oh, Jesús, con tu sangre limpiame
Y perdóname, oh, perdóname Señor
Oh, Jesús con tu sangre limpiame