La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
El agua limpiaba mis mejillas ausentes de color
Y yo anhelaba respirar
Unos pasos y otros más me llevaron a mi habitación
Y yo me tumbé entre las sábanas
Se diluyeron mis músculos en el colchón
Y conocí cara a cara la putrefacción
De estar muerto y continuar muriendo
Merodeando entre vivos cuerpos cósmicos
Sangre fría estática
Moscas en mi garganta
Lágrimas que ya no están
Penas como niebla, invaden
¡Invaden!
Pupilas nadan en el abismo
Ya no hay razones, solo mierda hay
El limbo no es como se pinta
Aquí hay de lo que el tiempo nos robó