La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Debo volver a la verdad
Porque mi mente no es eterna
Y ya no queda en mi cuerpo un lugar
Donde haya paz
Porque sin luz las sombras no morirán
Que mansas manos me elevarán
Sobre lo oscuro de esta tierra
Y así dejando mil años sin luz
Me esperarán, me esperarán
Los sabios de vida
Tú lo hallarás cuando empieces a amar
Lo encontrarás cuando seas real
Es que tu esencia te lo gritará
Siento la fuerza que me hace crecer
Y elevo mis sentimientos
Ahora pienso que vuelvo a nacer
Y al ver la luz
Con esa luz de nuevo despierto
Tu lo hallarás cuando seas real
es que tu esencia te lo gritará
Hay que morir para resucitar