La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
En la corte de egipto o en la de cesar
Babilonia se que no es mi lugar
Rechazo su manjares, desprecio sus altares
No me involucro con la fiesta de belsazar
Porque no cedo ni retrocedo estoy decidido y no vuelvo atrás
Soy separado soy escogido
Soy un santo luchando contra el pecado
Santo yo quiero ser santo
Yo quiero ser santo
Porque santo es mi señor