La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Si te perdiera,
Porque la vida cuando menos te lo esperas
Te da la espalda,
Te hace jugadas aunque tengas buena estrella,
Me moriría de dolor si te perdiera,
Después de amarte la vida entera.
Si te perdiera, te llevarías los colores de mi vida,
Me dejarías, sin claridad, sin resplandor sin poemas,
Me morirá de dolor si te pediera,
Después de amarte la vida entera.
Sería total mi soledad,
Seria total mi desnudez,
La de los árboles heridos del otoño.
Cristales rotos en mi alma,
Y en mis noches pura escarcha,
Y el silencio por respuesta si te nombro.
Y ante mis ojos, no ver tus ojos,
Solo vacío y soledad si te perdiera,
Si te perdiera.
Me moriría del dolor si te perdiera,
Después de amarte,
La vida entera.
Sería total mi soledad,
Seria total mi desnudez, cristales rotos en mi alma,
Y en mis noches pura escarcha, y ante mis ojos, no ver tus ojos,
Solo vacío y soledad si te perdiera,
Si te perdiera por que así lo decidieras,
No seria yo tan solo si la vida la perdiera.
Te envolverían para siempre mil recuerdos
Y los sueños que pasamos,
Con amor la vida entera,
Se romperían, tantas promesas,
Mal gastarías tanto amor, si te perdiera….