La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Fugaz viajera que pasas de largo
Dejando una estela de amor y placer.
Fugaz viajera que pasas altiva,
Con ojos que ignoran la forma del pie.
¡oh! tú, dama noble que no te humanizas
Y que de tristezas no quieres saber,
Que pasas de largo al ver un mendigo
Y que jamás piensas quién pudiera ser.
No te asustes del pobre pordiosero,
Reanima ese gesto de tu faz.
Que me escuches un momento sólo quiero.
Ven dedícame un instante, nada más.
¡no recuerdas!... una alcoba perfumada,
Una dama, un caballero y un violín.
Y mientras tanto la tarde agonizaba,
Entre pétalos de rosa en el jardín,
Con los ojos me pedías que tocara
Aquel nocturno que empezaba así.
Nota: a continuación se tararea el nocturno en mi bemol de chopin y al final se canta: "y entonces te besé".