La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Tengo, una princesita, linda y chiquitita cara de jazmín,
ríe, baila suavecito, corre de a poquito cuando viene a mí.
Ella sueña ser princesa de la luna,
cuando en su cuna, dormida está
y en las tardes mientras juega, brinca y salta
mi tierna canta, esta canción.
Sabadabadabadabadabadabadabada
sabadabadabadabadabadabadabada
sabadabadabadabadabadabadabada
Sabadabadabadabadabadabadabada
sabadabadabadabadabadabadabada
sabadabadabadabadabadabadabada
Veo, que mi princesita, linda y chiquitita, ya empieza a crecer,
pronto será señorita, pronto tendrá cita y la perderé.
Soñará con algún príncipe encantado,
que esté a su lado, lejos de mí
y de sus cambios mientras ama, canta y sueña,
su voz risueña, se escuchará.
Sabadabadabadabadabadabadabada
sabadabadabadabadabadabadabada
sabadabadabadabadabadabadabada
Sabadabadabadabadabadabadabada
sabadabadabadabadabadabadabada
sabadabadabadabadabadabadabada