La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Si me he dado cuenta de tus intenciones,
Lo que tu pretendes conmigo no va,
Porque en tus palabras no hay sinceridad.
Porque para hablarme usas un disfraz,
Yo ya tengo tanta ingenuidad, no
No creerás perderme en castillos de arenas,
Me da mucha pena verte actuar así,
Quieres engañarme pidiendo perdón
Y no te das cuenta que mi corazón
Hoy cerro las puertas y ya niego
Mientes, tus ojos dicen que mientes
No sabes mirar de frente,
y quieres hablarme de amor
conmigo no, conmigo no
Mientes, en boca de mentiroso
Lo cierto se hace dudoso
La vida me lo enseño
conmigo no, conmigo no