La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Ya no puedo esperar y verte otra vez, quédate a mi lado
Y no quiero olvidar solo este momento cuando me dices: "te amo"
Sueños que son verdad
Envueltos en mil flores
Quédate esta vez
Jamás te dejaré
Para siempre, para siempre
En el cielo nos observarán
Las estrellas solo cantarán
Para siempre, siempre
Nuestra historia no se olvidará
Oh, no
Quiero verte sonreír, y verte junto a mi
Déjame amarte y vivir siempre los dos
Para siempre el uno al otro nos pertenecemos
Sueños que son verdad
Envueltos en mil flores
Quédate esta vez
Jamás te dejaré
Para siempre, para siempre
En el cielo nos observarán
Las estrellas solo cantarán
Para siempre, siempre
Nuestra historia no se olvidará
Oh, no