La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Cambiaré mi tristeza
Cambiaré mi vergüenza
Los entregaré por el gozo de Dios
Cambiaré mi dolor
Y mi enfermedad
Los entregaré por el gozo de Dios
Cambiaré mi tristeza
Cambiaré mi vergüenza
Los entregaré por el gozo de Dios
Cambiaré mi dolor (cambiaré mi dolor)
Y mi enfermedad (y mi enfermedad)
Los entregaré (los entregaré)
Por el gozo de Dios
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor! (¡Sí!)
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor! (¡Sí!)
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Amén!
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Amén!
Estando atribulado, pero nunca derrotado
Y perseguido esté hoy
Maldiciones no me afectan
Pues yo sé a quien voy
En Su gozo fuerte soy
Aunque triste en la noche yo esté
Gozo viene en la mañana
Cambiaré mi tristeza
Cambiaré mi vergüenza
Los entregaré por el gozo de Dios
Cambiaré mi dolor (cambiaré mi dolor)
Y mi enfermedad (y mi enfermedad)
Los entregaré (los entregaré)
Por el gozo de Dios
Gozo viene en la mañana
Tu mañana, tu gozo
Empieza cuando despiertas
¡Despierta!
Hay gozo aquí
¡Despierta!
Hay gozo aquí
¡Despierta!
Hay gozo aquí
¡Despierta! (¡Despierta!)
Hay gozo aquí
¡Despierta!
Hay gozo aquí
¡Despierta!
Hay gozo aquí
Buenos días (¡Despierta!)
Buenos días (hay gozo aquí)
(¡Despierta!)
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Amén! ¡Amén! ¡Amén!
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Amén! ¡Amén! ¡Amén!
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Sí, Señor, sí, sí, Señor!
¡Amén! ¡Amén! ¡Amén!
¡Sí, Señor, amén! (¡Sí, Señor, amén!)
¡Sí, Señor, amén! (¡Sí, Señor, amén!)
¡Sí, Señor, amén! (¡Sí, Señor, amén!)
¡Sí, Señor, amén!
¡Amén!