La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Si fantasmas puedes ver
Si hay vampiros por doquier
Olvida tu temor
Son sólo sombras
Desfilan al anochecer
Por la pared las ves correr
En un macabro contraluz
Son sólo sombras
Te tengo a ti y tú a mí
¿Qué va a suceder?
Estando los dos juntos
No hay nada que temer
Diablos a tu alrededor
Un paisaje aterrador
No tengo ningún temor
Son sólo sombras
Te tengo a ti y tú a mí
¿Qué va a suceder?
Estando los dos juntos
No hay nada que temer
Al fin y al cabo
Son sólo sombras