La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Faenad, faenad, faenad, faenad
Vaya suerte que tenéis
De poder trabajar
Otros pierden media vida
Poniéndose a jugar
Faenad, faenad, faenad, faenad
El trabajo da salud
Éso a la vista está
La gracia del sudor
Mirad qué bien me va
Faenad, fenad, menudo chollo
Tener un jefe así
Os doy de comer y de beber
Por muy poco trajín
Ja, deberíais pagarme a mí
Faenad, faenad, faenad, faenad
El trabajo da carácter
Y os hace fuertes, sí
Si triunfáis cuando crezcáis
Me lo deberéis a mí
Faenad, faenad, faenad, faenad