La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Una casa vacía nos espera
Una mesa servida para dos
Ya se van y nos dejan mil recuerdos
Ya no habrá ruido en el corredor
Ya no más dejarán la puerta abierta
No verás por las noches el reloj
Ya se van y nos dejan mil recuerdos
Se apagará como luz su voz
Te invito a enamorarnos otra vez
Yo prometo conquistarte como ayer
Te invito a que empecemos a tener
Nuevos sueños como ayer
Otra vez
No habrá luces prendidas por la casa
No habrá risas que alegren el balcón
Ya se van y nos dejan mil recuerdos
Y en nuestras voces una oración
No cambiemos de casa si está grande
Que a los nietos un día nos traerán
Y el silencio que ahora nos espera
De algarabía se llenará
Como ayer
Otra vez