La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Sueños acariciantes y deslumbrantes,
Horas felices, mejores días,
Quejas del mundo de antes,
Algunas grises melancolías...
Lágrimas que rodaron de lindos ojos
Y labios rojos que me besaron,
Promesas y juramentos,
¿adónde está? adónde está la verdad...
Todas son mentiras,
Llenas de impiedad,
Alma tú suspiras,
Por una verdad...
Máscara celeste,
Triste carnaval,
Besos, ternuras y sonrisas
Mentiras, tras mentiras,
Que vienen y se van.
Brazos que entrelazaron mis desconsuelos
Pidiendo cielo de amor eterno
Pronto me abandonaron
Entre los hielos de un cruel invierno.
Una dicha a mi destino, tendió su alfombra,
Mas como vino, se fue en la sombra
Y, hoy al final del camino
¿adónde está? adónde está la verdad...