La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Yo sé bien que estoy afuera
Pero el día en que yo me muera
Sé que tendrás que llorar
Llorar y llorar, llorar y llorar
Dirás que no me quisiste
Pero vas a estar muy triste
A así te vas a quedar
Con dinero y sin dinero
Hago siempre lo que quiero
Y mi palabra es la ley
No tengo trono ni reina
Ni nadie que me comprenda
Pero sigo siendo el rey
Una piedra en el camino
Me enseñó que mi destino
Era rodar y rodar
Rodar y rodar, rodar y rodar
También me dijo un arriero
Que no hay que llegar primero
Pero hay que saber llegar
Con dinero y sin dinero
Hago siempre lo que quiero
Y mi palabra es la ley
No tengo trono ni reina
Ni nadie que me comprenda
Pero sigo siendo el rey