La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Oh oh oh
Mis ojos dejan la ciudad
El tiempo es el nuestro
Al fin nos encontramos sin disfraz
Volvamos a mirar al mar
Vivamos el verano
Es hora de dejar atrás
Uh
Oh oh oh
Nos lleva la velocidad
El vuelo es el nuestro
Al fin nos encontramos sin final
Juguemos el juego
Vivamos el viento
Es hora de dejar atrás
Uh
Oh oh oh
Y sonreís, soltas al fin
Te dejas ir, salis y así
Vivís en el deseo