La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Creí alguna vez ser parte de una fantasía,
Hoy me desperté igual,
Sumergido en la misma utopía
Sabiendo que mi héroe siempre serias vos.
Me muero por volver el tiempo atrás,
Levantarme una mañana y ver tu cara joven,
Con ganas de llevarme a caminar,
Por la playa de los sueños y de los recuerdos.
Y el mar...que me regalaste, todavia espera por mi.
La lluvia que golpea el techo de mi habitación,
Es la mejor música para un día como hoy.
Que me deja más tranquilo al escuchar latir tu corazón.
Y el mar...que me regalaste todavia espera por mi.
Y el mar...que me regalaste todavia espera por mi.