La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Pintabas tus retratos limpios
Jugabas y andabas de caza
Con tus acuarelas sobre los bolsillos
Pintabas la creación de Eva
Lienzo blanco al mirar
Tus manos quieren volar
Alquimista lunar
Concilio y soledad
Anhelo de perfección
Infinito telar
La Luna cabeza alquimista
Arqueros en el sube y baja
Con el organista, sueños de guitarra
Soñabas los cuatro elementos
Tierra y agua tu hogar
Refugio, canto y pasión
Blanco y negro color
Vida y muerte mortal
El trovador de las torres
Rezándole a San Pedro
Ven nademos con tus sirenas
Alquimista lunar
Lienzo en blanco al mirar
Con tus acuarelas y con tus cenizas
Pintaré tu retrato final