La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Si sigo ahí, me acabara consumiendo
Si sigo ahí, será cuestión de tiempo
Y en la ventana de la amargura
Caían lágrimas que solo he visto yo
Y ni la ciencia tendrá la cura
Para el presagio que aviva ese dolor
Es el veneno que llevo dentro
Lo que me mata y
Te nubla la razón
Y el corazón, y el corazón
Prefiere el frío al infierno
Fuego
Quemándonos
Dentro
Y ya lo siento, pero no
Ya no siento amor, no
Lejos de ti (¿qué?)
Se pierden todas mis dudas
De lo que fui
Al alma llevo desnuda
En la inocencia y la cobardía
Están las cosas que yo no te dije un día
Cuanto valor, cuanto valor, y que poca picardía
Si vuelvo a verte de aquí a algún año
Te haré creer que ya no me hace daño
Bese otras bocas, mire a otros ojos
Sentí la soledad
En cada brazo roto
Si me preguntas (¿qué?)
No te sorprendas (no)
Haré de tu silencio la mejor respuesta (shh)
Que no fui yo quien te fallo
Que no fui yo
Que no, que no, que no
Estribillo
Fuego
(Que solo he visto yo)
Quemándonos
(Ardiendo lento)
Dentro
Y ya lo siento, pero no
Ya no siente amor, no
Solo hay veneno
Puro veneno
Fuego
Quemándonos
(Ardiendo lento)
Dentro
Y ya lo siento, pero no
Ya no siento amor, no
Fuego
(Que solo he visto yo)
Quemándonos
(Ardiendo lento)
Dentro
Y ya lo siento, pero no
Ya no siento amor, no