La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Hoy me regalaste un día más
Me dibujaste un cielo despejado
Y un café para los dos una vez más
Me diste tu favor
Como cada mañana
Tu misericordia fiel se reinventó
Se puede caer el Sol
Se puede apagar mi voz
Puedo quedarme solo y sin razón
Se puede secar el mar
Y el aire pa' respirar
Pero que nunca me falte la dicha de tu bendición
El día pinta que todo irá muy bien
Has puesto en la mesa
Un poquito de tu amor para empezar
Es increíble tu querer
Hoy tu misericordia brilla
Un poquito más fuerte que ayer
Y como cada amanecer
La luz del Sol me hizo saber
Que allí estuviste
Y siempre estarás
Que no me falte nunca
Que no me falte nunca
La dicha de tu bendición