La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Linda como una flor de amapola,
como una trenza de olas del mar, así eres tú,
mi reina, y te voy a amar.
Debo de hacerte en el pecho un nido
para que aprietes mi corazón,
ya reservé la noche para tu amor,
para estrujarnos los dos cuerpo a cuerpo
de robarme un beso,
para preñarte de luz como un rayo de sol.
Ay viviré...
viveré cada segundo pegadito a ella,
como medallita al cuello, con el corazón en fiesta...
Ay viviré...
viviré para siempre enamorado de ella, como bolero en la noche
que se esconde en las estrellas.
Agua que cae por la madrugada,
arrópanos al amanecer,
moja la pausa y vuelve a no ser.
Nos sentaremos sobre la hierba,
preguntarás y preguntaré,
y llegará otra noche que reservé...
Ay viveré...
viviré cada segundo pegadito a ella,
como medallita al cuello,con el corazón en fiesta...
Ay viveré...
viveré para siempre enamorado de ella,como bolero en la noche
que se esconde en las estrellas..