La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Ay, mamá (aé)
óyeme mi negra (oé)
corazón bendito
óyeme, mi negra
corazón bendito
no le des disgusto
a tu papacito
no le des disgusto
a tu papacito
Eh,... oh...
ay, Lolita, oh...
(¡Alínea!)
A mí no me gustan, Lola
a mí no me gustan
las mujeres ajenas
a mí no me gustan
las mujeres ajenas
tienen un sabor
a la berenjena
tienen un sabor
a la berenjena
Ay, Lola... oh...
ay, Lolita, oh...
¡Fiesta!
¡Fuego, Ulloa!
Ay, mamá
ay, Lola, oh...
le dije a mi negra
que a mí no me cele
le dije a mi negra
que a mí no me cele
que a mí no me gustan
todas las mujeres
que a mí no me gustan
todas las mujeres