La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Ven, jardinera...
Jardinera, tú que estás tan triste
dime qué fue lo que te pasó
Fue la gardenia que se perdió
dio dos suspiros y se murió
Ven, jardinera
ven mi amor
porque no es triste
que todo ya se pasó
tú eres mucho más bonita
que la flor que se murió
Ven, jardinera
ven mi amor
y aunque no es triste
que todo ya se pasó
tú eres mucho más bonita
que la flor que se murió